domingo, 14 de mayo de 2017

Stravinsky y la Apoteosis Rusa del Siglo XX

El ballet mas polémico en la historia, París, 1913.

"Le Sacre du Printemps" (La Consagración de la Primavera). 


El hecho aconteció en el Teatro de los Campos Elíseos, en un noche de indignación, enigma, confusión, peleas de los asistentes, incomprensión por una "barbarie pueril" que significo la obra culmine del periodo primitivo, del controversial Igor Stravinsky, uno de los compositores y directores de Orquesta mas destacados del pasado Siglo. 

Tal acto se concibió como un presagio de un final y un comienzo, expresado a través de una nueva sensibilidad. El rupturismo ajustado a los valores clásicos y el orden.



El Siglo XX se mueve entre la 1ra Guerra Mundial, 1914 y la Caída del Muro de Berlin, 1989. Fue un periodo de una exacerbada expresión del nacionalismo, de grandes delirios totalitarios y de un lento derribo en el pensamiento ilustrado del Siglo XVIII.

Donde la estructura lógica del lenguaje se vio eclipsada por el abuso de la imagen, mientras se extendía el crecimiento económico y los beneficios sociales. Ante un proceso tan abrupto, no existía un referente clásico, se incrementaba un miedo por lo desconocido, se perdía el ímpetu, denotando un periodo de incertidumbre e inmediatez y con el, se perdía una forma de contemplar el mundo.

Tanto los oleo de Vermeer, como la música de Bach, perdieron vitalidad. Se perdía una forma de contemplar el mundo, si, pero se sustituía por una mas vital y enérgica, mas resuelta, tal vez menos romántica y sosegada y mas realista y exaltiva, tan intensa y soez como la musicalizacion de Stravinsky. 

La sociedad se vio perpleja y en esta perplejidad, se vio reflejada una de las mas déspotas "barbaries pueriles" que se han visto y no por parte de la de la critica francesa hacia el ballet de Stravinsky, sino, del mismo publico y su reacción ante lo que ellos mismo han construido. 



La premisa de La Consagración de la Primavera es simple: "en el escenario, después de varios rituales primitivos que celebran la llegada de la primavera, una joven es elegida como victima sacrificial y baila hasta morir". 

"Una serie de cambios han provocado que se replanteen los valores fundamentales de la música. Sus obras Petruchka, La Consagración de la Primavera y el Ruiseñor, aparecieron en esta época de cambios. Pero el no se considera un revolucionario, la novedad de sus obras no estaba en la escritura, sino en la entidad musical. Por esto, Stravinsky no admite el termino revolución. No basta con romper una costumbre para ser calificado de revolucionario." 


"Esta obra explora una sola idea que le da identidad: el misterio de la primavera y su violenta explosión de poder creador. No hay historia en sentido estricto, sino una sucesión coreográfica".

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